Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1871-1872 (Cortes de 1871 a 1872)
Sesión: 10 de junio de 1871
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Respuesta al Sr. Vidal de Llobera
Número y páginas del Diario de Sesiones 57, 1.545, 1.546
Tema: Pregunta del Sr. Vidal de Llobera sobre la romería de Balaguer

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): Me extraña la pregunta que me ha hecho el Sr. Vidal de Llobatera relativamente a la fiesta religiosa o romería del Santo Cristo de Balaguer; y digo que me extraña, porque cualesquiera que hayan sido Ias disposiciones adoptadas por la autoridad de la provincia para que el orden no se alterase en esa romería, todas esas disposiciones han sido tomadas de acuerdo con el Sr. Obispo de la Seo de Urgel, que marchó de aquí precisamente a presidir esa fiesta. Sabe el Sr. Vidal, que en algunas partes se han hecho romerías a ciertas imágenes, a las que se suponían grandes milagros; y estas romerías son una táctica que se emplea ahora y de la cual se quiere sacar partido por algunos. Este mismo temió el Sr. Obispo de Urgel, que se encontraba como Senador en el Senado. Había dispuesta una romería al Cristo de Balaguer y se había convocado casi toda Cataluña, y el Sr. Obispo, temiendo que a eso se le diera una interpretación torcida, y que cierto partido se valiera de esa reunión de gentes para alterar el orden público y hacer cosas inconvenientes, se fue de aquí a presidir esa romería; y antes de ir a ella, antes de que tuviese lugar, celebró una conferencia con el gobernador de la provincia, en la cual le pidió que protegiera aquella reunión y que evitara cualquier desorden que pudiera traer alguna desgracia y, sobre todo, pudiera manchar el objeto Santo de aquella reunión. El gobernador le contestó, que no sólo no tenía inconveniente en hacer eso, sino que cumpliría con lo que él llamaba ineludible deber, y le indicó además al Sr. Obispo las medidas que creía que debían adoptarse, y el Sr. Obispo no tuvo nada que objetar [1.545] a esas medidas que el gobernador tuvo por conveniente adoptar.

Temiendo el gobernador de la provincia que muchos de los que fueran a la romería no fuesen devotos del Santo Cristo, sino que fuesen allí con otro objeto y con otros intentos, creyó conveniente que para ir a esa romería fueran provistos de las cédulas de vecindad los asistentes. Pero ¿es que eso se acordó en la víspera de la romería? No, señores, se acordó muchos días antes, y así se publicó en el Boletín de la provincia para que llegase a conocimiento de todos; y esa medida no le pareció mal al Sr. Obispo, sino que, por el contrario, le pareció muy bien. También de acuerdo con el Sr. Obispo, y por si algún malévolo pudiera perturbar aquella fiesta religiosa, el gobernador adoptó la medida de situar una fuerza pequeña, pero, en fin, alguna fuerza de la Guardia civil en ciertos y determinados puntos, y repito que esta medida la tomó también de acuerdo, y si no de acuerdo, por lo menos con la aquiescencia y asentimiento del Sr. Obispo de la Seo de Urgel.

 Estas medidas fueron las únicas que se tomaron para una reunión tan numerosa como la que iba a tener Iugar. Pero ya he dicho que me extrañaba que el señor Vidal de Llobatera llevara a mal esas medidas adoptadas por la autoridad superior de la provincia, porque no habían sido llevadas a mal por el Sr. Obispo de la Seo de Urgel; y en último resultado, ¿han sido un obstáculo a Ia reunión verificada en el Cristo de Balaguer estas medidas de la autoridad? De ninguna manera; la reunión se ha verificado con el mayor orden; ha habido allí 4 o 5.000 asistentes, no ha habido el más pequeño atropello; sólo que después de dar vivas al Papa, hubo uno que dijo: ¡viva la república federal! y como antes habían contestado afirmativamente a los vivas del Papa, creyeron que ahora debían hacer lo mismo, y contestaron ¡viva la república federal! con lo cual esta fiesta tan religiosa no terminó tan bien como debía esperarse, atendido su objeto sagrado; pues aunque yo no diga que la república federal no sea santa, no esté fuera de Ia esfera de las cosas santas, la verdad es que allí no debía haberse dado ninguna voz, ningún grito político, y, sin embargo lo hubo, a pesar de los deseos de los que promovieron esa fiesta.

Allí no debía haber partidos ni gritos políticos, y sin embargo los hubo, a pesar de los buenos deseos del señor Obispo y de Ias disposiciones de la autoridad; pero pasó todo desapercibido, y como cosa que se hacía sin intención, porque los pobres devotos contestaron a aquel viva creyendo también que se daba al Papa.



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